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Mi hermana me estaba mandando mensajes extraños; nunca hemos sido el tipo de hermanas que se dicen lo mucho que se quieren o lo unidas que son, éramos más del tipo que solo se hablaban cuando la soledad llegaba a sus vidas, un vacío lo suficientemente pequeño para poder llenar con una plática y vino.
-Tenemos que estar más juntas que nunca-
Un mensaje que me agarraba de sorpresa, la gran mordida que le había dado a mi comida me había sabido insípida después de leer ese mensaje, fueron segundos que se demoraban en pasar. Camino a la oficina, seguía pensando en aquel mensaje, sin saber bien por qué. Me había tornado algo distraída, pues al pasar la calle un taxi me paso pitando, ya que no me había percatado que el semáforo estaba en verde, Ed y Kevin me tomaron del brazo y me miraron con extrañeza, pero sin decir nada.
Tal pareciera que aquel sentimiento de intranquilidad que me tenía controlada, se quería manifestar también físicamente: manos húmedas de sudor, un cosquilleo que iba desde mi estómago hasta mis labios, un nudo en la garganta que daba la sensación de quebrarme tan solo abriera la boca, mis piernas livianas sin sentir el impacto cuando mis pies tocaban la acera, era un sentimiento de lo más raro, sentía que estaba ahí, pero no lo estaba; algo no estaba bien. Casi al llegar a la parada del camión, entró una llamada al celular de Ed, al atenderlo su cuerpo se paró en seco haciendo se quedara unos pasos atrás de nosotros.
-¿Cómo?- Dijo temeroso.
-Murió- susurraba una voz dentro de mi cabeza, una voz que jamás había estado ahí.
-Murió-dijo mi estómago, mientras se revolvía de una manera agresiva.
-Murió- pensaban mis ojos, que inevitablemente comenzaban a nublarse, haciendo ver todo como un nublado sueño.
-Acaba de fallecer tu papá- sus labios pasaron a rozar mi hombro.
-No murió- dijo mi corazón, la cual hacía decir de mi boca una constante negación, le estaba haciendo decir puras mentiras. Mentiría si les dijera que recuerdo con exactitud los minutos posteriores a la noticia. Pero algo había pasado, algo más grande que la muerte, fue el inicio para dejar de sentir que mi vida era realidad.
La muerte te cambia y no se confundan, no para mal, te enseña cosas que solo este fenómeno natural puede hacer, veamos la muerte con cariño y respeto, amando cada día a nuestros seres queridos como si fuera el ultimo, como si ese día te fueran a avisar que se ha ido para siempre. Les dejaré una infografía sobre los procesos del duelo, inevitablemente todos pasamos por él, pero no te presiones, todos tienen su ritmo para enfrentarlo.
Una tarde de octubre te fuiste para no regresar, con tu periódico en mano te desplomaste sin más, no sufriste nada, eso dijeron, pues un infarto solo tarda un segundo, no es necesario te escriba, pues yo se estas conmigo, pero dedicarte unas palabras en tu día de descenso es mi forma de guardarte respeto. Amor por siempre.
Para mi querido poeta que ahora declama a los dioses eternos.
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